Paradigmas de las RI

La realidad internacional puede ser analizada teóricamente desde perspectivas diferentes. Básicamente podemos distinguir tres puntos de vista. En el primero, el analista propone un ordenamiento del mundo fáctico según las ideas. En el segundo, el actor intelectual observa la realidad con el mayor rigor posible y encuentra factores que la gobiernan en su funcionamiento. En el tercero, el teórico trata de ubicarse en el plano mas objetivo posible sin pretender influir o recomendar, ni tampoco tratar de encontrar en el campo de estudio verdades rectoras consideradas como evidentes y buscando, en cambio, constantes, que den cuenta de la organización, naturaleza y funcionamiento del orden internacional.

Es útil tratar de ver la realidad desde los ángulos distintos que nos proponen estos diferentes tipos de análisis pues descubrimos matices distintos de la realidad y porque ello nos obliga a integrar aspectos que de otra manera no consideraríamos, obteniendo resultados incompletos del conocimiento.

Así, a lo largo de la historia del pensamiento tres visiones se han disputado la primacía del estudio de los fenómenos de las relaciones internacionales: la idealista, la realista y la ecléctica o científica.



A) Paradigma Idealista

El final de la Primera Guerra Mundial implicó una revolución paradigmática en el estudio de la política mundial. Varias perspectivas sobre las relaciones internacionales competían por atención, tales como el marxismo y el socialismo nacional (fascismo). Pero, la perspectiva conocida como idealismo político comenzó a dominar los estudios sobre las relaciones internacionales.

Se configuro con las contribuciones de las ideas de Derecho Natural, estado o naturaleza de la sociedad y pacto o contrato social, además del pensamiento sobre derechos individuales, la idea liberal del progreso material como sinónimo de bienestar, la utopía socialista y el nacionalismo. Los idealistas compartían una perspectiva sobre el mundo basada en ciertas creencias:

(1) la naturaleza humana es esencialmente altruista y, por lo tanto, las personas son capaces de ayuda mutua y colaboración;

(2) el mal comportamiento humano es resultado de instituciones y arreglos estructurales, no proviene de la naturaleza misma de los humanos;

(3) por consecuencia, la guerra es evitable ya que es producto de ciertas instituciones que la promueven, las cuales podrían ser neutralizadas;

(4) la sociedad internacional debería reorganizarse para reconocer la guerra como un problema internacional y eliminar aquellas instituciones que promuevan la guerra, en favor de aquellas que adelanten la paz.



Los programas principales de reformas idealistas consistían principalmente de tres grupos. Un grupo abogaba por la creación de instituciones internacionales para reemplazar el sistema anárquico de balance de poder que predominaba la época anterior a la Primera Guerra Mundial. Este nuevo sistema estaría basado en el principio de la seguridad colectiva, el cual pretende que un acto de agresión por cualquier estado sería percibido como agresión hacia todos los estados. La Sociedad de Naciones encarnó este principio al reflejar el énfasis idealista en la posibilidad de la cooperación internacional como mecanismo principal para resolver problemas globales.

Un segundo grupo de programas idealistas enfatizaba el control legal de la guerra. Se buscaba resolver disputas a través de mecanismos legales, tales como la mediación y el arbitraje. Ejemplos de estos programas lo fueron la Corte Permanente de Justicia Internacional y la ratificación del Pacto Kellog-Briand de 1928, el cual prohibía la guerra como instrumento de política nacional.

Un tercer grupo de programas idealistas se concentraba en reducir la inversión armamentista de los estados a través de acuerdos de control de armas y otros medios.



Usualmente se considera que la primera obra representativa del idealismo es La paz perpetua, de Immanuel Kant. En ella se esboza un orden de paz permanente entre los Estados, que constituye, además, la meta final de la historia humana; esta paz debe conquistarse, por lo que debemos salir del estado de naturaleza mediante un mandato especifico: “no debe haber guerra”.





B) Paradigma Realista

El realismo como teoría política se construyó a base de entender la historia como el resultado de la naturaleza del ser humano a codiciar el poder y desear la dominación de otros. Siguiendo este supuesto, se determina que la posibilidad de erradicar el instinto por el poder es una aspiración utópica. Esto lleva a percibir la política internacional como una lucha interminable entre aquellos actores que intentan dominar a otros y aquellos que intentan resistir este dominio externo.

Su gran aporte radica en un llamado a enfrentar las cosas tal como son, en lugar de domesticarlas poniéndoles una camisa de fuerza ideológica. Actuar de esta manera conduce, desde el punto de vista realista a mejores soluciones, pues el choque de las ideas con la realidad puede traer consecuencias desastrosas.

El realismo político asume que el sistema internacional es anárquico, en el sentido de que no existe una autoridad superior a los estados capaz de regular efectivamente las relaciones entre ellos. Además, supone que los estados soberanos son los actores principales que componen el sistema internacional, en vez de serlo las instituciones internacionales, organizaciones no gubernamentales o corporaciones multinacionales. Según el realismo, cada estado es un actor racional que busca maximizar su posición política dentro del sistema mediante la acumulación de recursos de poder militar y económico. Estos intentos de maximizar el poder llevan últimamente a un balance de poder entre los actores y a la estabilidad en el sistema internacional.

Esta perspectiva realista, también conocida como realismo clásico, comenzó a formularse en las décadas de los 1940s y 1950s bajo las tensiones crecientes de la Guerra Fría entre los Estados Unidos y la Unión Soviética. Las creencias del realismo clásico de que la estructura del sistema internacional y el deseo de acumular poder determinaban el comportamiento de todos los estados parecían muy persuasivas dado el ambiente de la época.

En años siguientes, el realismo clásico comenzó a ser atacado por críticos que apuntaban hacia comportamientos en el sistema internacional que no podían ser explicados adecuadamente por los argumentos realistas. Por ejemplo, las nuevas instituciones que cogían vigor en Europa occidental, en donde dominaba la búsqueda cooperativa de lograr ventajas mutuas en vez de intentos individuales de maximizar poder, se encontraban contrarias a los supuestos del realismo clásico.

A pesar de estas críticas, el realismo continúa teniendo relevancia mediante nuevas teorías realistas ajustadas a la actualidad contemporánea. Por ejemplo, el neorrealismo o realismo estructural propone que la estructura del sistema internacional, en vez del deseo por acumular poder, dicta exclusivamente las decisiones de política exterior de los líderes políticos.

La obra de Hans Morgenthau, especialmente “Política entre las naciones”, es considerada una síntesis representativa del realismo político, donde definió seis principios:

(1) Las relaciones políticas son gobernadas por reglas objetivas profundamente enraizadas en la naturaleza humana.

(2) Los hombres de Estado piensan y actúan en términos de interés y este se define como poder.

(3) El concepto clave de interés es una categoría objetiva de validez universal pero no otorga al concepto un significado inmutable.

(4) El realismo político conoce el significado moral de la acción política, los que deben ser filtrados a través de circunstancias concretas de tiempo y lugar.

(5) El realismo político se niega a identificar las aspiraciones morales de una nación concreta con leyes morales que gobiernen el universo, es decir, se rechaza la imposición universal de valores de un país a otro.

(6) Intelectualmente, reivindica la autonomía de pensamiento político, que es distinto al económico o jurídico.





C) Paradigma Ecléctico o científico

Este es un reflejo del debate científico que conmovió a los estudios sociales, especialmente norteamericanos, entre comienzos de la década del sesenta y mediados de la década de los setenta, entre los “tradicionalistas” y los “conductistas”. Los tradicionalistas son normalmente escépticos frente al esfuerzo de predecir o aplicar análisis de probabilidades a los asuntos humanos, en cambio, los científicos o conductistas, no rechazan en principio el método descriptivo histórico empleado por los tradicionalistas, pero dan énfasis al estudio de cómo ocurren de cómo ocurren los fenómenos antes de preguntar el porque de esta ocurrencia.

El paradigma ecléctico o científico usan métodos diferentes o combinaciones de métodos como muestras de actitudes, análisis de contenidos, simulaciones y juegos, correlaciones estadísticas, construcciones de modelos, análisis cuantitativos, entre otros métodos.

Busca establecer las similitudes entre un hecho y otro que permitan por un proceso acumulativo, fijar una tendencia librando así a los datos del campo internacional de la singularidad estéril a que los reducen los historiadores. Al tender a la generalidad en su análisis, busca identificar el núcleo central que tiene un gran número de casos de revoluciones, golpes, alianzas o decisiones frente a crisis, eliminando lo accidental que imprime un carácter único al caso particular.

Este paradigma esta compuesto de muchas tendencias preferenciales: teoría de los juegos y de la negociación, técnicas de simulación, toma de decisiones, comunicaciones e integración, conflicto y teoría de sistemas. El analista puede tomar algunas y desechar otras para realizar su estudio. El idealista y el realista, de la misma manera, pueden usar cualquiera de ellas, pero para el paradigma científico tiene un carácter instrumental y carece de la sustantividad y permanencia de los otros.